Si eres padre, madre o tienes intención serlo, esta carta es para ti.
Mamá, papá: No me arropes únicamente por las noches pensando que estoy en un buen hogar, en una cama caliente, alimentado y feliz.
Te pido mamá, papá: que escuches mi corazón. Pregúntame como fue en la escuela, si jugué, si aprendí algo de la tarea. Interésate sobre cómo me siento cada mañana en ese lugar donde me lleváis al amanecer, a ese refugio donde me entregáis mientras hacéis vuestras tareas laborales.
Mamá, papá: Comprendo que ser padre es duro, tenéis muchas tareas que atender, facturas que pagar, compromisos que cumplir pero necesito que estéis más cerca de mí.
Echo de menos que me habléis de cerca, animándome a hacer lo que me ilusiona.
Anhelo más atenciones, juegos, excursiones y risas entre todos.
Mamá, papá: estas fiestas quiero que me regales algo de ti. Quiero que compartas conmigo unas horas o un día si es posible para disfrutar juntos.
¿Sabes papá, mamá? En el colegio tengo amigos y amigas pero echo de menos hacer excursiones divertidas en familia, ir al campo, pasear, almorzar juntos o divertirnos en un parque de atracciones.
Si me regalas un juguete, un coche, una bicicleta se podrá deteriorar e incluso romper. Pero si me regalas amor y dedicación, esos momentos serán indestructibles.
Por eso, estas fiestas, papá y mamá, deseo compartirlas contigo.
Firmado: tu hijo.
En mi infancia tuve carencias emocionales. Me sentía solo. La persona con la que me sentía algo comprendido fue mi madre.
Durante mi niñez le expresé mi deseo de que permaneciera más tiempo en casa conmigo.
Mi madre eligió seguir trabajando para según ella, poder ofrecernos un futuro digno.
Me consta que esta decisión la marcó de por vida; dado que argumentaba mucho mi solicitud y su imposibilidad de llevarla a cabo.
Las carencias afectivas en la infancia son la llave que te lleva a una madurez con problemas psicológicos.
Hoy deseo transmitirte que cuides mucho el lenguaje, el trato y dedicación que empleas con tus hijos. Tu hoy será mañana su futuro.
Ofrece lo mejor de ti y apóyate en refuerzos positivos fomentando la motivación desde la infancia.
Intenta razonar con ellos de las diferentes problemáticas que se presentan en la vida (gastos, obligaciones laborales, compromisos familiares, etc.) y ayúdales a tomar decisiones coherentes, libres y dirigidas a una solución creativa.
Muéstrales la posibilidad de ver el lado positivo de cada suceso que les ocurre para que vean la vida como un camino y no como una meta.
Fomenta con ellos valores positivos (ayudar al prójimo, hacer tareas, ser educado) para que puedas levantar la base firme de una pirámide de amor.
Hazles ver el amor en pareja para que sientan la solidez de los lazos afectivos de que proceden.
No obstante, deja ver que también los padres regañan, se enfadan e incluso se reconcilian y se solucionan los problemas con diálogo.
De ese modo, podrán ver en sus padres un reflejo conciliador de lo que pueden ser sus valores en un próximo futuro para ellos.
Me gustaría analizar contigo la infancia de niños que viven en situaciones críticas:
- Padres alcohólicos o drogadictos:
Tu hijo está soportando relaciones de agresividad, poca conciencia y abandono. Aunque le compres el mejor juguete o le pongas en el mejor colegio, no se siente querido. Te necesita con la cabeza clara para ayudarle en sus problemas. ¡Por favor, ámale!
- Hijos en centros tutelados:
Me dirijo a ti, tutor: Pon sentimiento a las tragedias que traen en sus mochilas. No necesitan amor, necesitan que los inunden de amor.
- Hijos huérfanos en acogida:
Gracias por abrir tu corazón y ofrecerles una nueva familia. Enséñales a respetar los valores heredados y mantener sus recuerdos.
- Hijos rechazados al nacer:
Mírate que te produjo el rechazo a tu hijo. Descubre que ese rechazo está en tu interior.
Permítete amarle y descubre los regalos que te trae.
- Hijos víctimas de abusos sexuales:
Cree a tu hijo, protégelo y defiéndelo.
Solicita ayuda profesional para que sus traumas no le marquen el futuro.
- Hijos de padres muy ocupados:
Su infancia no volverá. Disfruta de cada momento con tu hijo. Esos momentos serán insustituibles.
Padre, madre: reflexiona sobre lo que no tuviste en tu infancia. Lo importante no fue el juguete, el abrigo, ni siquiera el pan.
Lo realmente importante fue la mano que te agarraba, el abrazo que te arropaba, la mirada que te consolaba o la palabra que te calmó.
Tu hijo te quiere a ti, no a lo que posees. Centra en esto tu educación.
Cuando iniciamos el proyecto de ser padres, necesitamos ser conscientes que ser padres es mucho más que tener un hijo.
Además de los cuidados básicos de alimentación, higiene, descanso, etc.
Ser padre implica mostrar tu escala de valores a tu hijo, enseñarle a moverse en el mundo. Le adviertes de peligros y también le indicas como expresarse ante diferentes situaciones y personas.
Ser padres es complejo. Ser padres a veces es desbaratar lo aprendido por tus ancestros y reordenar comportamientos y actitudes de la vida hacia una mirada más amorosa.
¿Quién te puede enseñar a ser padre? Nadie.
La vida misma y como tú te enfrentes a los problemas será tu propia metodología a emplear en la educación de tus hijos.
Por eso, las personalidades y actitudes de cada niño son diferentes y están totalmente ligadas a los patrones y creencias adquiridos en casa.
Como padre solo puedo transmitir que la prioridad es educar con valores positivos:
- Respeto a los demás
- Correctos modales de educación
- Sonrisa y alegría como actitud
- Empatía al prójimo
- Comprensión
- Paciencia
- No juzgar (al menos no excesivamente)
- Valorar tanto a ti mismo como a los demás
Si reforzamos estos valores, tenemos garantizado un buen recorrido en la educación de nuestros hijos.
Para los adultos es importante trabajarse interiormente logrando disponer de paz interior; ésta llegará a todos los miembros del hogar.
A mayor armonía, las luchas se disipan y la paz te ronda.
Hasta pronto. “Ámate, por favor”