¿Rosa o azul?.
Lo reconozco, me gustaba el color rosa.
En mi infancia se presentaban muchas situaciones donde no tuve la opción de elegir. Se me adjudicaba el juguete, la prenda, el lápiz u otro producto en color azul.
La inocencia de un niño no tiene dobleces y expresaba a mis padres o hermanos cuando íbamos a comprar un juguete, mi preferencia por el de color rosa.
La respuesta obviamente siempre era la misma: ¡El color rosa es para niñas!
Me entristecía no poder conseguir el juguete en el color que me gustaba.
No había opción de elegir color. La sociedad ya había decidido por mí y mi color forzosamente debía ser el color azul.
Estas imposiciones tan restrictivas de la sociedad me marcaron, me impidieron ser yo mismo.
Notaba que no agradaba en mi entorno que eligiera el color rosa. La expresión de sus rostros y la frase final de coletilla: <eso es para niñas; si no los niños te van a llamar “mariquita”>, me hicieron ver que tenía que descartar elegir el color rosa.
Fueron muchas las elecciones que se me arrancaron en mi niñez. Entendí que no podía ser libre y ello me angustiaba.
Me reprimí para satisfacer a los demás, para evitar enfados, regañinas o posibles castigos.
Elegí estar metido en una celda, privándome de mi vida y de lo que me gustaba, para evitar que los carceleros me atacaran.
Viví mi infancia con limitaciones como éstas. Ello me ocasionó un gran sufrimiento.
En mi interior sentía que no agradaba como era. ¿Cómo se puede sostener este sufrimiento en la mente de un niño de tan solo 6 años de edad?
Olvidándome de mí, me aislé porque era consciente de que como yo era, no gustaba y además esto se potenció tanto que llegué a sentir que ser homosexual era algo denigrante y sucio.
Esto es, me olvidé de ser feliz para satisfacer a los demás, a una familia con una mentalidad quizás algo anticuada.
¿Nadie se percataba de que me sucedía algo? ¿Nadie pudo tenderme una mano?
Nadie, estaba completamente solo. Mis deseos de no continuar con mi vida se repetían incesantemente en mi mente.
Me visualizaba en diferentes escenas acabando con mi vida. No veía ninguna opción para ser feliz siendo homosexual.
Por aquel entonces yo desconocía que había un mundo fuera, que existían parejas de hombres. Ignoraba que pudiese haber una ínfima posibilidad de ser feliz para mí.
Yo nací en una familia tradicional donde el qué dirán importaba más que la persona.
Pasarían aún muchos años para que mi situación cambiase y pudiera ver algo de luz al final del túnel.
Afortunadamente la sociedad ha evolucionado a día de hoy mucho gracias a la visibilización de personajes públicos que se han mostrado como espejo a nuestra sociedad de personas absolutamente normales.
La lucha de tantas personas que se han expuesto en manifestaciones o simplemente arriesgándose a vivir con personas de sus mismo a pesar de los insultos o amenazas que pudiesen recibir por ello ha hecho que se abra un camino más seguro y estable para lo que hemos llegado posteriormente.
¿No os parece impactante que se pueda agredir verbal o físicamente solo por amar? En cualquier caso es muy triste que haya personas que no hayan podido profundizar en el sentimiento de amor entre personas del mismo sexo y simplemente se hayan limitado a criminalizar estas relaciones solo por los prejuicios existentes.
Lógicamente esto es extensible para cualquier persona que sea diferente, todo ser humano se merece ser feliz.
Todas las luchas realizadas por las personas que han hecho visible su diferencia, ha permitido que tu día a día hoy sea más dulce que el que muchas personas vivimos en el pasado.
Cada lágrima derramada, cada insulto recibido o cada desprecio han contribuido a aumentar la consciencia de esta sociedad y a apreciar el verdadero valor de las personas: su interior.
El miedo te paraliza y te bloquea.
Los medios de comunicación, las altas figuras han jugado mucho en el pasado con atormentar a la sociedad con miedos.
Un miedo que ha impedido a las personas ser libres, como a mí me lo impidió en mi infancia.
He descubierto al cabo de los años y tras mi experiencia personal:
- Que el miedo solo hay que atenderlo para escuchar su mensaje de protección.
- Que cualquier miedo que te impida ser feliz, es adecuado que lo invites a abandonar tu vida.
- Que el mayor miedo que puedes tener es a “no evolucionar”.
Vivimos en la impermanencia, por ello si te resistes al cambio, te estás acercando a un precipicio.
Estás haciendo oídos sordos a lo que acontece a tu alrededor.
“Ábrete a escuchar sin resistencias”
Hoy te quiero aportar algunos tips que te pueden ayudar en la educación de tus hijos:
1)Te sugiero como padre que en la educación de tus hijos les permitas ser personas libres. Facilítales la capacidad de tomar decisiones siempre que sea posible. Tu deseo de que tus hijos sean seres libres está conectado a una vibración elevada de amor.
Por amor, le das paso a permitir errar, vivir nuevas experiencias y afrontar sus propios aprendizajes. Lógicamente ello con la supervisión paternal pero soltando las amarras de tus propios miedos.
2) Ábrete a descubrir en tu hijo nuevas experiencias para ti.
Quizás la vida te invite en tu aventura paternal a tener un hijo diferente a la mayoría. Por ejemplo: con unos gustos culinarios muy exquisitos o simplemente que le gusten los deportes de riesgo.
¿Por qué te resistirías a permitir a tu hijo ser diferente?
Permítete la experiencia que la vida te está ofreciendo, aparta tus miedos o limitaciones e indaga qué sucede.
Nada es casual ¡Un regalo viene en camino!
Las luchas desgastan y te impiden ser feliz.
Date permiso para vivenciar con tu hijo o contigo mismo una experiencia a la cual tengas reticencias. Entrégate a ella, observa qué sucede y reflexiona.
Permite por favor que la magia de la vida haga su trabajo.
Confía en ti, tus cualidades y… “Ámate, por favor”