Muchas veces no nos sentimos comprendidos. A pesar de que tienes tu pareja, amigos, familiares que te rodean, hay momentos en los que sientes que hablas un idioma diferente. Te preguntas: ¿por qué no entienden que he actuado en esa situación de la forma que he sentido más adecuada?
Sientes que todos juzgan tu postura bajo su prima personal y son incapaces de calzar tus zapatos y conectar contigo.
Hay almas puras y conectadas al amor incondicional que llegan a nuestras vidas quizás casualmente, un regalo. Un encuentro fortuito, pero que sin lugar a dudas, dejan una huella imborrable. Hoy hablamos de los animales.
Estos hermosos compañeros de viaje, bien sean perros, gatos u otras especies, pasan a ocupar en tu hogar un espacio importante.
¿Por qué sucede esto?
La vida nos invita a lidiar diferentes aprendizajes. Algunos de ellos nos hacen sentir solos, incomprendidos, separados incluso de los más allegados.
Ante estos complejos aprendizajes, encontramos una empatía especial con los animales de compañía.
Los animales tienen un nivel de conexión elevado al amor incondicional, perciben fácilmente tus emociones y acuden a ti para mostrarte el afecto que estás necesitando.
Lamen tu piel o se acercan solicitando que los acaricies. En ese momento se inicia una conexión de corazón a corazón. Te sientes más relajado, comprendido, amado e importante para ese ser u otros. Dado que te conectas gracias a este vínculo al amor incondicional, se facilita que abras tu corazón a una mayor empatía a los demás.
De ahí surge la cita “hasta que uno no ha amado un animal, una parte del alma sigue sin despertar”, de Anatole France.
Nada de lo que sucede en tu vida es casual. Cada experiencia, compañero, situación, momento, te va a aportar oportunidades de crecer interiormente.
Abre tu alma a ofrecer lo mejor de ti. Nútrete del amor incondicional que las nobles almas de los animales ponen a tu disposición.
Haz de cada momento una oportunidad para ofrecer la mejor versión de ti mismo.
Confía en las leyes del Universo y equilibra el dar y el recibir.
Da amor, ayuda, ofrece, sé amable, generoso, comparte, ten un gesto agradable. Haz que la balanza en la parte del “Dar” pese mucho.
Céntrate en “DAR”, en mayúsculas, y confía que el Universo, cuando sea el momento adecuado, haga que esa balanza comience a ganar pero en la parte de “RECIBIR”.
Hazlo sin expectativas, abre tu corazón disfrutando en dar, en observar una sonrisa en el otro, en ayudar al que lo necesite dentro de tus posibilidades. El resto déjalo en manos de la magia de la vida:
“No hay primavera sin flores, ni verano sin calores, ni otoño sin racimos, ni invierno sin nieves y fríos”.
A veces, tus experiencias con las personas han sido negativas y conviertes a los animales en tus fieles aliados. Es positivo seguir creciendo y cuidando tu corazón cuando por algún motivo has encontrado dificultades en las relaciones personales.
Los animales de compañía tienen un viaje terrenal más corto que el de los humanos, precisamente para ayudarte a crecer en un período de tu vida, y concluida su misión, marchar.
Recuerda que en este viaje convives con personas, animales, plantas. Excluir de tu experiencia vital a una especie como los humanos por malas vivencias no es positivo para ti. Toma fuerzas, apóyate en los seres que más te hagan sentir pleno (quizás puedan ser los animales), pero acepta retomar relaciones personales e integra esas partes en ti que más te cuestan.
“No juzgan, no critican”: son algunas de las grandes ventajas de las nobles almas de los animales.
Como decía Gandhi: “la grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados”.
Sensibles, inteligentes, leales, divertidos, juguetones: ama a los animales y ama tu vida. Prioriza el valor de lo auténtico, de lo que siente, de lo que ama, de lo que te hace vibrar y ser amado. Ama a los animales y descubre en ellos el regalo divino que suponen.
El amor mueve fronteras. Rodéate de todo lo que destila amor.
Haz oídos sordos a lo que no te aporta, a lo que no suma en tu vida. Elige ser feliz y rodéate de seres puros e incondicionales. Aprende, nútrete del amor que emanan. Pero sobre todo: “Ámate, por favor”.